El proyecto trata de un cento de día para discapacitados con un programa que constaba de recepción, tres aulas de atención especializadas, sala de fisioterapia y de tratamiento individualizado, baños/vestuarios adaptados, comedor y administración.
El edificio se encuentra vertebrado en dirección N-S por un pasillo que une las distintas dependencias y que comunica con el exterior en ambos extremos. Las aulas situadas en su fachada Sureste están concebidas como un único espacio de atención especializadas con la posibilidad de independizarse a través de un sistema de tabiques móviles. Estos espacios se reconocen como lugares donde “sentirse bien” gracias al diseño de los huertos que parecen entrar en las aulas, así como al estudio de las condiciones de iluminación indirecta que se refleja en los cubos blancos. El cuerpo situado al Noroeste alberga las salas de fisioterapia y de tratamiento individualizado, baños y vestuarios adaptados y se presenta con una fachada más opaca.
El edificio se diferencia en dos cuerpos tanto en su concepción interior como en la exterior, con tratamientos de color diferentes, articulados por la recepción que actúa como una charnela de cristal. Alrededor de todo el edificio aparece un camino de losas de hormigón fabricadas in situ que invita a recorrer los jardines como si se tratara de un camino de piedra natural.
